CANDIDATOS COMO CANADELL O JOSEP COSTA
Son cargos de confianza de Carles Puigdemont que con sus declaraciones o el uso que dan a las redes sociales están generando una tensión sin precedentes en el bloque soberanista
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Antonio Fernández. Barcelona El Confidencial
02/02/2021 - 05:00
El ambiente entre independentistas se está crispando aceleradamente en la campaña electoral catalana. Apenas comenzados los 15 días anteriores a las urnas, los dardos entre las principales formaciones soberanistas son cada vez más potentes. “Esta es una campaña muy crispada, eso se vio en el debate del domingo”, admite una fuente independentista a El Confidencial. Pero hay dos motivos principales para ese aumento de la tensión: el primero es la presión, especialmente sobre ERC, que ejercen algunos de los fichajes de Carles Puigdemont, pues a través de las redes calientan la campaña para captar voto soberanista. El otro punto de fricción es qué hacer si el independentismo obtiene más del 50% de los votos el 14-F.
Frases y consignas lanzadas por los candidatos de Puigdemont han puesto en alerta a otros partidos independentistas. “De la ‘war room’ del Parlament salió un grupo al que Puigdemont intentó neutralizar con fichajes muy personales que le pueden causar problemas”, explica una fuente a este diario. La ‘war room’ o ‘habitación de la guerra’ era el despacho que compartían Quim Torra —antes de ser ‘president’—, Laura Borràs, Francesc de Dalmases y Josep Costa, actual vicepresidente del Parlament. “En un momento determinado, Puigdemont se dio cuenta de que el grupo de la ‘war room’ tenía vida propia y quiso ponerle remedio”, subrayan las fuentes.
De ese grupo inicial, solo Josep Costa siguió siendo fiel escudero de Puigdemont. Torra intentó, en los últimos meses de su mandato, ‘volar’ solo y logró imponer a Laura Borràs como candidata para el 14-F. Tras las primarias, hubo trampa en las listas: Dalmases, miembro de la ‘war room’, apareció como por arte de magia en el número 15 de Barcelona, adelantando a candidatos que habían obtenido más votos que él. Pero tenía una gran ventaja: era amigo de la presidenciable, por eso debía ir en un puesto de elección segura. Jordi Pesarrodona, por ejemplo, que obtuvo 331 votos (Dalmases se quedó en 248), ocupa el puesto 33 de la lista.
Para entonces, Puigdemont había trufado las listas con lugartenientes dispuestos a todo. Uno de ellos era precisamente Josep Sort, presidente de Reagrupament, que dimitió hace pocos días después de llamar “puta histérica española” a Ada Colau.
Marcos Lamelas. Barcelona
"Limpieza de españoles"
Era el mismo personaje que escribía hace poco más de un año: “Haremos limpieza de españoles, ¡‘promise’!”, un mensaje con espeluznante trasfondo. O que cotidianamente califica a los dirigentes de partidos constitucionalistas de “ratas”, “perros” o “animales”. Hace escasos días, recordaba: “Va, españolarros ñordos, salid a la calle. Os hemos derrotado en la UB [el candidato independentista ganó el rectorado de la Universidad de Barcelona] y os derrotaremos el 14-F. Y asaltaremos el Colegio de Abogados. No os comeréis un ‘kiko’. ¡Padeceréis, promesa!”.
Son solo algunos mensajes extremistas. Sort es, según su página de LinkedIn, profesor asociado de la UB y de Eserp School Business & Social Sciences, que decidió hacer desaparecer la página del perfil de su polémico colaborador y marca distancia con él: “El señor Sort no pertenece al claustro de profesores desde el año 2016”, advertía esta prestigiosa escuela el pasado 25 de enero. Las fuentes consultadas indican que este tono responde a una directriz estratégica: “Lo que existe es un estilo de aplicar el insulto directo a los rivales. Puigdemont buscó a gente con discursos ultrarradicales para equilibrar la lista electoral”.
Sería el caso de Joan Canadell, al que las bases de JxCAT eligieron de número tres por Barcelona. También crea polémica por sus tuits xenófobos, hasta el punto de definir a los españoles y a los catalanes no independentistas de “colonos”. El tema de Canadell es una piedra en el zapato de JxCAT, porque en el caso de que Laura Borràs fuese inhabilitada por corrupción (está imputada desde hace años), él podría ser el relevo.
“¿Aceptaría usted, si llega a ‘president’, en su Gobierno a un señor que, como Canadell, ha lanzado tuits con tintes xenófobos?”, fue interpelado el candidato de ERC, Pere Aragonès, este lunes. La pregunta fue demoledora y dejó descolocado al candidato. Aragonès echó balones fuera y apeló a que ERC es un partido que condena la xenofobia y el racismo. “No me gustaría tener a nadie xenófobo al lado”, admitió para zanjar el asunto. Pero no se negó en redondo que si ERC gana las elecciones —y gana con los votos de JxCAT—, se tenga que tragar ese sapo.
Personajes que se esconden entre sí
Canadell es un plato que no es del gusto de Esquerra ni tampoco de un sector de JxCAT. Desde Esquerra, de acuerdo con la explicación de sus fuentes, subrayan que “da la sensación de que Junts per Catalunya es un espacio en desbandada. Así como ERC es un partido cohesionado y coherente, con propuestas que todos defienden, en Junts da la sensación de que cada uno va por su lado y de que se defienden ideas personales. Por eso, acaban escondiendo a sus personajes. Por ejemplo, ha salido Joan Canadell diciendo cosas y, acto seguido, Laura Borràs contradiciéndolo. Además, Borràs y Canadell, números dos y tres, se esconden entre sí”.
Lo que está claro es que la campaña de imagen que Canadell comenzó con una tremenda fuerza justamente hace un par de semanas ha sufrido un parón, ya que el número tres tenía más protagonismo en los medios que la propia Laura Borràs. Y eso es algo que la candidata no está dispuesta a tolerar.
“ERC y JxCAT saben que se necesitan y la sangre no llegará al río”, explica una fuente del PDeCAT, otra formación independentista. “Puigdemont ha visto que Laura Borràs no es obediente como Torra y por eso fichó a gente como Canadell, que la pueden desgastar y hacer un cierto contrapeso en las listas. Pero la finalidad de todo es poner contra las cuerdas a ERC, mientras que Oriol Junqueras entra al trapo a todas las provocaciones”.
Esta fuente añade a esos nombres otros candidatos molestos cuya labor es incendiar el ambiente, como Aurora Madaula y el propio Dalmases. Pero también Josep Costa, que tiene la particularidad de sacar de sus casillas a ERC casi a diario. “Costa es un activista nato, pero confunde nabos y coles”, admite la fuente. De hecho, el vicepresidente ha sido uno de los escuderos de Puigdemont más beligerantes con los republicanos e intentó en varias ocasiones dejar en evidencia —cuando no denunciar abiertamente— al presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC).
Pero los ‘francotiradores’ de Puigdemont son muchos más. Albert Donaire, candidato por Barcelona, es otro radical confeso. “Un día os encontraremos a cada uno de vosotros. No reiréis tanto. Entonces habrá justicia real. La justicia existirá con la república. Ya podéis correr”, amenazaba a los no independentistas Donaire hace pocos meses. Portavoz de Mossos per la Independència, ha sido expedientado en diversas ocasiones por sus mensajes y tuits xenófobos e insultantes hacia todo lo que sea español o lo que no sea independentista.
Uno de sus grandes amigos, Salvador Vergés, es también el número tres por Girona, cuyo estilo es similar al de Canadell. “Vergés es un emprendedor y activista que, como Joan Canadell, representa un tipo de perfil que hace falta en la política”, advertía un portal afín a Puigdemont el pasado 13 de diciembre. En un discurso pronunciado en Olot este diciembre, Vergés calificó a los españoles de “torturadores y represores”, aseguró que le da vergüenza “tener que seguir llevando el DNI español” y que “España nos roba 16.000 millones cada año”.
Desde ERC, prefieren obviar a estos activistas. “Esos personajes, más que ser un problema para nosotros, acabarán siendo una molestia para JxCAT. Fueron fichados después de que los miembros de la ‘war room’ tomasen posiciones y lo que hacen ahora es ponerse de acuerdo para atacar al rival. A veces provocan crispación, pero al final el problema acaba revolviéndose contra Junts, por lo que es un asunto suyo y a ver cómo lo gestionan”, explican a El Confidencial fuentes republicanas. El hecho de que algunos de estos ‘francotiradores’ vayan dejando su huella en las redes sociales, para Esquerra, “no es que sea ni siquiera una cosa organizada, sino que forma parte del caos en que vive ese partido”.
Desacuerdo por los votos para la independencia
El otro punto que crea tensión es el hecho de que JxCAT y la CUP son partidarios de forzar la situación y de realizar una declaración unilateral de independencia (DUI) o de reactivar la declaración de independencia que se hizo en el Parlament en octubre de 2017. El PDeCAT rechaza la vía unilateral y ERC es partidaria de intentar un referéndum pactado.
Este sábado, Borràs aseguraba que activará la DUI si la suma de votos independentistas supera el 50% de los sufragios emitidos. Canadell describía la hoja de ruta: “1: ganar por el 50%, prácticamente indispensable; 2: que haya 68 diputados [o sea, mayoría absoluta] dispuestos a activar la declaración de independencia, ya que solo con Junts no llegaremos; 3: que la sociedad civil lo defienda”. Se trata, pues, de llevar el reloj de la historia al día antes del 1-O.
Un alto dirigente de ERC reconocía a El Confidencial que “el 50% de los votantes a favor de la república no es suficiente. A partir de un 70 o un 75%, se podría pensar en el inicio de un proceso para cambiar el estatus, pero por debajo de ese porcentaje, corres el riesgo de fracturar la sociedad”. De ahí que el machacón eslogan de ERC después de las últimas elecciones autonómicas fuese el de que primero hay que “ensanchar la base” y luego iniciar el proceso hacia la independencia.
Desde los círculos radicales, eso casi suena a traición. El propio Canadell afirmaba en TV3 que un verdadero independentista no dejaría para dentro de unos años la proclamación de la república: "Los verdaderos independentistas la quieren mañana mismo”, sentenciaba. Ese es el principal caballo de batalla del soberanismo. Marta Vilalta, portavoz de ERC, en una píldora envenenada, le devolvió la pelota a Canadell: la vía de ERC “es tan amplia que se contrapone a aquellos que defienden una vía estrecha, que renuncian a crecer y que prefieren ser pocos y puros”.
En ERC, hay un cierto temor a la utilización política que Junts pueda hacer de ese tema. Los republicanos se conforman con que el independentismo saque más del 50% de los sufragios para “tejer grandes alianzas” y poder “forzar al Estado español a aceptar la amnistía y el referéndum como únicas vías democráticas para resolver el conflicto del Estado con Cataluña”. Pero ERC teme la ‘pinza’ de JxCAT con la CUP y movimientos cívicos como la ANC y Òmnium Cultural. La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana, Elisenda Paluzie, no ha dejado de presionar para que todos los partidos independentistas aceptasen que se proclamará la república si el independentismo logra el 50% más uno de los votos.
Un decálogo elaborado por la ANC exige que los partidos soberanistas adopten “una política de bloqueo de las instituciones españolas, no compartir actos institucionales y ejercer la desobediencia institucional”. También exige “una Administración catalana fiel al mandato del 1-O, la planificación de un marco jurídico legal posindependencia, buscar financiación fuera del Estado español, crear una Agencia Nacional de Inteligencia, fortalecer el Diplocat y practicar una acción exterior independentista”. Un brindis al sol inasumible, pero útil a un sector del independentismo para criticar al sector más moderado.
La clave es cómo conseguir la independencia: “Los pasos que estamos haciendo nos dan muchas pistas: No conseguiremos que el Estado español se avenga a negociar. No tiene ningún aliciente para negociar nada. Por tanto, no conseguiremos la independencia facilitando investiduras, aprobando Presupuestos o garantizando la estabilidad de ningún Gobierno español.”, alertó Borràs. A JxCAT, pues, le queda intentar la independencia por las bravas. O por la DUI.
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